miércoles, 31 de octubre de 2012

Hoochie Coochie Man

1. Chuck Berry.


El viejo Chuck también se lo sabe hacer, a su manera...
Todo el mundo quiere ser el Hoochie Coochie Man de su generación e invocan a la gitana, al gato negro, a la raiz de Juan El Conquistador, al vudú más ancestral, en un claro de un bosque cercano y oscuro en Nueva Orleans, al anochecer, a la pálida luz de la luna, la luna de "Bad Moon Rising" de John Fogerty y su voz pantanosa, la luna 25 y perdemos el control, con voz de ángel o con voz de demonio, con voz de grandes aguas... Como si del Apocalipsis de San Juan se tratara, los obreros y los mineros rompen filas, los fieles y los creyentes invocan con fervor al número 7, a la numerología, a la cábala, a la casa del sol naciente, a los doctores brujos de la casa roja de la colina, la pequeña casita roja en la que vivían las concubinas del reino, las odaliscas que protegían a la concubina real, a la amante negra del dios Hendrix.

Todo el mundo está preparado para su venida, todo el mundo lo sabe, man, sí, todo el mundo, y se preparan para las hogueras nupciales, para cantar los himnos de redención y de gloria, en libertad, en comunión, bailando libre la danza del tiempo, arrojando para siempre las mortajas al abismo.

Yo escucharé en el eco del trueno
el rastro de mi voz,
en otro tiempo aguda y cantarina,
que el huracán trajo arrastrada
entre nubes de tormenta,
entre la lluvia dispersa,
entre el aullido de mis silencios cotidianos,
barriendo las ingentes hileras
el suave viento de la cálida mañana.


Todo el mundo lo sabe, sí, todo el mundo menos yo.




2. Muddy Waters





viernes, 26 de octubre de 2012

Insomnio





Después de otra noche de insomnio leyendo algo de filosofía nihilista, conclusión:

En estos días en que vemos a los demás pantallas de por medio y nos olvidamos de que los demás sienten igual que nosotros… En estos días de la era del cinismo y la ironía cuyo estandarte es la burla y la distancia y la pirueta, y nos olvidamos de que para que nuestra vida no se pierda en el espectáculo deslumbrante, superficial y frío que es el desfile de imágenes y datos de la contemporaneidad, en esta época que vivimos, apagar todas las pantallas es la verdadera postura rebelde, la única postura que requiere valor.