jueves, 22 de noviembre de 2012

Cuando era más joven...





De naturaleza ingenua e idealista,
cuando era más joven 
y empezaba en el arte de la música, 
me extrañaba siempre
encontrarme en el camino
la envidia y el desprecio 
entre músicos y compañeros del mismo palo.

“¿Serán celos profesionales?”
“¿Impotencia ante un competidor superior, tal vez?”
“¿Miedo a ser eclipsados?
Todo esto me preguntaba 
sin comprender del todo las causas.

Conclusión: 
Las posturas excluyentes y elitistas
conducen sin remedio
al páramo de los necios.

Esto es lo que yo opino al respecto, 
no se puede conseguir nada 
siendo un llanero solitario.
Musicalmente expresado
el viejo dicho de que 
la unión hace la fuerza.

No solo en la música.

Somos las personas las que tenemos el poder
de atravesar todos los caminos
todos los cielos y los infiernos
todos los planos de consciencia
que nos propongamos.



Peace & Love, brothers.






miércoles, 21 de noviembre de 2012

HISTORIAS CELESTIALES UNIVERSALES (I)

Bóveda celeste orientación S
04:10, 2012-11-21



Hace frío en el jardín.
y el olor a lavanda hace la espera
más llevadera; me siento bien.
Por otro lado, la fiera con bozal
que tengo en estos momentos
por mente

duerme plácidamente esta noche.

ZEUS (el planeta Júpiter) está “lleno”,
es decir 100% full,
como la Luna decimos que está llena.

En la bóveda celeste,
Zeus, el padre de los dioses,
acomete a Taurus el toro,
al que el cordero Aries bloquea la salida,
mientras Orión, el cazador, acecha expectante
cobijado entre las sombras de la noche.

Mal asunto para Taurus…
Zeus toreando con el capote de faena,
Aries a punto de embestirle,
Orión, y sus canes, a un segundo intento
de entrar en la suerte de banderillas.

Por favor, que no me digan que
Dios juega a los dados…
En todo caso al ajedrez.
Y se va a comer un peón:

- Que aproveche, Dios.
- Gracias, Lewis... ÑAM, 
ÑAM.




sábado, 3 de noviembre de 2012

RESEÑA: Little Boy Quique – 2011 – They Call Me Little Boy







Comenzar la crítica del disco que tenemos hoy en nuestras manos, sin duda un disco histórico, y por muchas razones, para muchos de los que admiramos al artista, va a resultar –  sin que sirva de precedente – extremadamente fácil: amigos, Little Boy Quique es sencillamente genial.

Sí, es cierto, le conocemos, nos cae bien, nos es simpático, es un tipo de la calle, de la cola del paro, de los que sonríen al niño de los ojos tristes que le echa unas monedas en el raído estuche de la vieja y agrietada guitarra, cuando cada día sale a tocar su blues en el centro de Sevilla, en la ancha Avenida de La Constitución, junto a la catedral, para ganarse el sustento, para ganarse el pan.

Porque, aunque ahora campe por el vasto páramo de la ruina, también es el tipo que tiempo atrás rozó la efímera gloria del músico de blues. Tal vez me extienda demasiado, pero es mejor empezar con un poco de historia breve: hablo de aquellos tiempos de la Taberna de Pilatos en los años 80, cuando la absenta era un licor que corría por nuestras venas y la tristeza era todavía algo inalcanzable. Luego, en los 90, sus famosos conciertos en La Carbonería, la gente abarrotando la puerta y el interior del conocido local de la calle Levies, la chimenea humeante, chisporroteando las brasas del fuego, el humo azul, humo de locomotoras del Delta, con todos los guiris de Chicago y otros lares con los ojos como platos y los pelos del antebrazo como escarpias. Bien en solitario o acompañado por la armónica de Mingo Balaguer y la guitarra de Julio ‘Colín’ - dos pioneros, dos maestros – conformando el magnífico trío Bluesville, que recordamos todos los aficionados de Sevilla y alrededores, actuaciones que el grupo prolongaría por toda la tierra de Andalucía  hasta los primeros años del nuevo siglo, incluyendo apariciones estelares en Festivales de Blues como el Festival de Antequera y otros.

En 2007, con la llegada de los primeros albores de esta crisis ¿económica? que sufrimos, Quique tuvo que salir a tocar a la calle para poder sobrevivir. Seguramente fue de los primeros afectados, y, como siempre, los malos tiempos primero arrasan con el desprotegido, con los más débiles.




 Asimismo, el músico Pepe Delgado (voz y guitarra de la banda sevillana DientesLargos) amigo personal de Little Boy, y en una labor totalmente altruista que le honra, se ofreció y se encargó de llevar a cabo en su estudio, casero pero de calidad, la grabación y las mezclas de todas las canciones que contiene el disco, algo que todos los que lo poseemos le agradeceremos eternamente. Por si fuera poco, incluye un emotivo texto de su puño y letra que nos retrotrae a la historia del blues en Sevilla.


El disco se presentó en Sevilla el primero de octubre de 2011, con un éxito arrollador, día en el que Little Boy se vio además arropado en el escenario por sus viejos amigos y colegas de siempre. Fue un gran evento musical y humano. Una fiesta de Blues, con mayúsculas. Para quien quiera saber más, enlazo desde aquí con la crónica que realizó de este día, en su blog Terminal Blues, nuestro querido compañero, recién desaparecido, Lucky Tovar, otro de los amigos que siempre ayudó a Quique:

 Carlos Moreno y Little Boy Quique
 Mingo Balaguer y Little Boy,
compañeros en Bluesville junto al gran Julio 'Colín'
que también asistió a la fiesta-presentación

 Nico Bech, Joaquín Pérez, Little Boy y el guitarrista Pepe Delgado
 El maestro de armonicistas Manuel Soto'Ito' y Little Boy
 Manuel Soto'Ito', Little Boy y Pepe Delgado
 Nico Bech, Joaquín Pérez, el veterano armonicista Manuel De Arcos,
Little Boy y Pepe Delgado
 Otra toma de la misma formación que acompañó a Little Boy
D. Cristóbal Moreno - presidente de la CASA DEL BLUES DE SEVILLA, organizadora del evento y editora del nuevo CD -  y Little Boy Quique


Y, aunque ni a La Casa del Blues de Sevilla ni a Pepe Delgado, se les puede pedir más, hasta ahí podíamos llegar, aquí empieza tal vez el único punto débil del disco: precisamente su trabajo de estudio. No quiero ni pensar, porque me crecen los colmillos, lo que pudieran haber hecho con la música de Little Boy el productor Antonio Blanco, jefe del sello antequerano Cambayá Records (otro día hablaremos de este promotor, músico y productor pionero del género, para mí el Marshall Chess español), o el mismísimo Mike Vernon, productor del último y magnífico disco en directo de la banda andaluza Mingo & the Blues Intruders, Fun to Visit (Cambayá, 2011), banda que representó este año en el II European Blues Challenge, y con mucho éxito, al blues que se hace en este país que todavía llamamos España.

¿Y qué se va a encontrar el aficionado que adquiera este CD? Obviando las cuestiones mencionadas, este es el quid de la cuestión. Pues se encontrará 15 canciones, 15 pistas por las que deslizarse como por un tobogán de patio de colegio hasta las veredas del profundo Sur de la América de preguerra, de los estilos del Delta del Mississippi, pero con el arte del Guadalquivir más bluesero, y no exento también de duende flamenco, palo que Quique también practica a veces, en la soledad de su cuarto.

A destacar sus clásicos, sus maravillosas versiones de standards de blues rural y de blues de Chicago -  década de los 50 y 60, principalmente – su trabajo al slide, a la armónica y a la percusión, en la tradición de bluesman hombre-orquesta, canciones que todo el mundo conoce ya en el centro de Sevilla y que se ha convertido, a pesar de la persecución policial, en el hilo musical de esa arteria de la ciudad: Keep It To Yourself, Sad Letter, Automobile Blues, You Can’t Lose What Ain’t You’re Never Had, I Feel Good, Can’t Be Satisfied, Big Boss Man, Crossroad Blues, Forty Days… canciones que adapta a su estilo personal, único e intransferible, marca registrada de la casa, con una voz identificable a la primera escucha, una voz potente, profunda, con un timbre que recuerda al mejor Muddy Waters.

Quique tiene además un curioso talento innato para modular la voz como si de un, por poner un ejemplo conocido, de una suerte de ventrílocuo, de un Carlos Latre del blues se tratara, pudiendo imitar, si se lo propone, la voz de bluesmen como Sonny Boy Williamson II, Big Bill Broonzy, Lightnin’ Hopkins, Big Joe Williams, Howlin’ Wolf y otros, algo que pude constatar por mí mismo hace años en unas grabaciones de campo que aún conservo y que yo le hacía de cuando en cuando en su casa de entonces, antes de que lo desahuciaran sin ninguna piedad. Virtuoso de la guitarra, se atreve con otros palos diferentes, no solo con el blues clásico, sino también con el swing gitano del gran Django Reinhard, por ejemplo. Este artista tiene muchos talentos, algunos desconocidos incluso para él. 



Actualmente, incluso a esta misma hora en la que escribimos estas líneas, es probable que Little Boy Quique esté cantando sus blues en alguna esquina del Archivo de Indias. Tú te bajarás del bus que lleva al centro, camino de ese precario trabajo que te tiene en vilo, y conforme te vas acercando comienzas a escuchar una música ancestral que trae el aire del río, que trae envuelta en niebla flotando en el frío viento de la mañana, y el sonido de una armónica antigua que suave y calladamente te repite: “Keep our business to yourself , please keep it to yourself, keep it to yourself, keep it to yourself…”.


Lewis Romero