miércoles, 30 de septiembre de 2015

Crónica CASA GRANDE: Concierto/Jam session CASA DEL BLUES DE SEVILLA.




Crónica CASA GRANDE: Concierto/Jam session CASA DEL BLUES DE SEVILLA.
por Lewis Romero
26 Septiembre 2015. Tomares, Sevilla.
Material gráfico: Ángela Oliva, Lewis Romero

 

Little Boy Quique me llamó la noche del viernes: “Lewis, mañana actúo en Casa Grande, a la una hay que estar allí ¿puedes recogerme?”. Como otras veces, como si no hubiera pasado el tiempo, el sábado por la mañana me acerqué a la puerta de su casa, metimos la guitarra en el maletero del coche, el CD1 ‘Canton Crusade’ de Elmore James & his Broomdusters en el reproductor y escuchando la primera versión de “Dust My Broom “ que Elmore grabó con Sonny Boy Williamson II en agosto de 1951 enfilamos carretera a Tomares

Al llegar a la antigua Calle Real, pasamos las Cuatro Esquinas, caminamos por la calle Navarro Caro y antes de la Iglesia de Santa Ana nos bastó ver la clásica puerta del bar para dirigirnos una sonrisa cómplice.  Dentro nos esperaba Alex y una barra de madera limpia y todavía silenciosa. “Silenciosa…” pensé, “si esta barra, si este tirador de cerveza hablasen…” 

Cristóbal Moreno, presidente de la CASA DEL BLUES DE SEVILLA
Como es natural, hay cierto grado de emoción, sí, de piel de gallina, al volver a un local emblemático para el blues sevillano y nacional como CASA GRANDE. Volver a un local cuya sola mención de su nombre va asociada al mito, va acompañada del calificativo de mítico y legendario en la memoria colectiva de todos los aficionados a este género, y que, una vez más, vuelve a sus orígenes, vuelve al Blues que le vio nacer allá por 1996. Un Blues a cuya expansión y difusión en la provincia de Sevilla –y más allá- tanto contribuyó y tanto hemos echado de menos los aficionados, extendiendo su influencia a lo largo de 12 cortos años, hasta noviembre de 2008, cuando con los primeros efectos de la crisis Lucky se vio obligado a echar el cierre. Eso sí, después de una trayectoria que impresiona por los nombres de los músicos y bandas nacionales que frecuentaron el bar y con una fiesta de despedida que aún recordamos con cierta nostalgia.

No puedo dejar de hablar, por supuesto, de su antiguo propietario y gerente LUCKY TOVAR. Lucky, amigo de todos, añorado compañero, mecenas incansable que hizo de su pasión por el blues su modo de vida hasta impregnar con su entusiasmo y su buen hacer a toda una provincia, a toda una comarca de El Aljarafe, incluso a todo un Ayuntamiento de Tomares para la realización en junio de 2008 del Festival Crossroads Blues, el primer festival de Blues que aconteció en la Sevilla provincia: un éxito total de público con una calidad de bandas participantes de lo mejor entre el blues nacional y con figuras internacionales como Otis Grand, laureado guitarrista de Reino Unido. Una apuesta personal de Lucky que consiguió transmitir su amor incondicional por el Blues no solo al consistorio gobernante sino a todo un pueblo pequeño como Tomares. Añadir también que en este local se gestó y nació la primera encarnación de la Asociación sin ánimo de lucro la CASA DEL BLUES DE SEVILLA, asociación reconocida y constituida desde 2010 que trabaja por y para la difusión del Blues.

 

Ahora estamos en 2015 -creo, porque observando el recinto parece no haber cambiado en esencia, casi todo está igual y en su sitio y no es difícil dejar que el recuerdo vague un rato entre sus paredes trayendo vívidas imágenes de los años de gloria. CASA GRANDE cuenta con nuevos propietarios, Josema Vargas y su esposa, que tienen la intención de programar de nuevo en Tomares, en su local, noches de blues que tengan el aroma de antaño y que cuenten con los mejores músicos. El pasado sábado, a partir de la una y media del mediodía y bajo el buen augurio de un sol luminoso  se estrenó la temporada con una fiesta/paella/actuación/jam session de Blues, organizada como era de recibo por la CASA DEL BLUES DE SEVILLA. Celebración que podría recordar a las que Lucky organizaba un fin de semana sí y otro también. Una fiesta con una banda de auténtico lujo en el escenario y que contaba con Little Boy Quique como figura principal. Una buena oportunidad para ver al conocido bluesman con acompañamiento eléctrico de postín en las otras figuras de la banda: “Kid” Carlos Moreno (guitarra), Andrea Salvadori (teclados), y Raul Medina Oranto (batería).
 


Sobre las dos, montado el escenario al aire libre, con el público repartido entre el bar y la terraza exterior, llegaba ya el fino olor del arroz en su punto y había tantas ganas de blues y de escuchar buena música por parte de la audiencia que la prueba de sonido fue rápidamente coreada y los músicos se vieron obligados a dar medio pase durante el checksound. Blues non stop. La paella –felicitaciones a la cocina- tardó pocos temas en caer y prácticamente sin casi receso continuó el grueso del concierto con un repertorio clásico de blues de Chicago años ’50 con guiños a Robert Johnson y otros bluesmen de preguerra, todo en formato eléctrico.


Además de la fiesta en sí, el lugar sirvió como reunión de viejos amigos, conocidos, amantes del blues y de la música en directo, con los que, yo al menos, hacía algún tiempo que no coincidía y hacerlo allí fue además una alegría doble: la familia Moreno, Alex, Rafa Gómez, Ángela y Willy...
 


Posteriormente a la actuación de la banda, y ya en formato de jam session, los invitados fueron saliendo, fuimos saliendo, el que escribe también, y dimos paso entre todos a una divertida tarde de blues y a un poquito de rock and roll, que también hubo. Desde luego Lucky estaba allí presente y en la mente de todos los que le conocimos. Varios temas le fueron dedicados e incluso Alex Martínez versionó el blues en castellano escrito por el propio Lucky, “Bourbon, blues y nicotina”, un clásico en el repertorio de su banda Mr. Lucky y Los Hermanos Roncha, quienes no pudieron asistir seguramente por anteriores compromisos y a los que envío desde aquí un fuerte abrazo.


La tarde transcurrió casi sin darnos cuenta, y mientras de la Goldtop de “Kid” Carlos los acordes de “So What” de Miles Davis se desgranaban como una explosión silenciosa, una explosión sin gritos que va rajando en mil pedazos la costra de la rutina, el sol fue cayendo despacio sobre los toldos desplegados de la terraza y ya era cerca del anochecer cuando cada cosa quedó en su sitio de nuevo: las macetas llenas de flores, los faroles, las plantas sobre el pozo sin vértigo; la Luna sin eclipsar, las palabras, las viejas canciones, la música de blues quedó transformada en un rumor convertido en eco sobre los viejos muros de la iglesia.


Como escribió Cioran, “son esos instantes en que basta un recuerdo o menos aún para deslizarse fuera del mundo.”


Salud y hasta la próxima.





viernes, 4 de septiembre de 2015

EN ALGÚN LUGAR RETUMBARÁ UN TAMBOR: sobre el Trastorno Bipolar y la muerte trágica del músico gallego Javier Fernández.


Me siento muy, muy triste. Llevo un par de días dándole vueltas a la cabeza y con muy mal cuerpo, como suele decirse.

Es terrible la pérdida de una persona joven pero es más terrible aún cuando alguien encuentra la muerte del modo en que lo ha hecho el músico Javier Fernández, Hal 9000, batería de Los Piratas, bajo la influencia de su mente perturbada y abatido en el domicilio familiar por un disparo de la Guardia Civil.

No es que yo conociera personalmente a Javier, pero las circunstancias en que ha sucedido esta tragedia desgraciadamente me son muy familiares. He vivido a lo largo de los años situaciones muy parecidas al tener yo mismo diagnosticado un trastorno bipolar desde joven y puedo hablar con conocimiento de causa:

No confundan lo ocurrido con un caso de violencia de género, por favor.
Esto no tiene nada que ver con eso y ahí están las palabras de la esposa desmintiéndolo. Esto ha sido un episodio de manía (descompensación maníaca) que ha acabado de la peor forma posible: una muerte. Desgraciadamente estos episodios son demasiado comunes para los que sufrimos trastorno bipolar (TB) y para las familias de los enfermos. El TB (antes psicosis maniacodepresiva) es una enfermedad del estado de ánimo con dos polos o fases opuestas: la depresión, y la manía, que es justo lo contrario.

Durante un episodio de manía, dejando fuera consideraciones individuales y la propia personalidad del individuo, entre sus muchos síntomas (echen un vistazo al DSM-IV [http://www.psicocode.com/resumenes/DSMIV.pdf], pag. 67 (depresión mayor), pág. 74 (episodio maníaco) y posteriores, si tienen interés en el tema) se experimentan una ficticia euforia, gran expansividad, gastos desaforados, hiperactividad, realización de actos temerarios, ideación delirante, paranoia, alucinaciones visuales y/o auditivas, etc.

Se atraviesan varias etapas: al inicio de la fase se alcanza la denominada hipomanía, en la que eres, crees ser, un tipo ingenioso y creativo, con un sentido del humor inteligente, de verborrea fácil y ánimo hiperactivo. Los episodios de muchos bipolares se quedan en la hipomanía, por fortuna no progresan; para otros muchos sí progresan y entonces el ingenio y la hiperactividad se agudizan aún más, ya no hace falta dormir, la abstracción y la asociación de ideas te resultan sencillas, mil ideas se agolpan en tu mente pugnando por salir al exterior, aunque estés tirado en un basurero el mundo parece un paraíso y la falsa felicidad es total.

Dura poco este nirvana porque enseguida viene el desastre: si no se coge a tiempo, en estados avanzados de la manía, el episodio psicótico es muy parecido al de la esquizofrenia y pueden aparecer síntomas comunes como la megalomanía, la fuga de ideas, la paranoia, las alucinaciones…, en resumen, una pérdida total de la realidad y por supuesto de la razón. La irritabilidad y la agresividad pueden fácilmente aparecer en este momento. En este punto, es relativamente común que el enfermo ponga en peligro su vida –y a veces también las de los demás-, pues los sinsentidos y  las acciones temerarias suelen prodigarse y la imaginación y las visiones de un enfermo que tiene alterado el sentido de la realidad –y por ello no es responsable ni culpable ante la ley- pueden ser de mil formas diferentes y conducir a terrenos inimaginables para una persona “cuerda”. Incluso lo son para el propio enfermo cuando sana. Y a veces pueden llevar a peligrosos callejones sin salida.

Javier llevaba 10 años luchando con la enfermedad, tenía antecedentes clínicos y su familia estaba al tanto. Cuando se llama al 061 por una urgencia referente a un enfermo mental, una pareja de la Policía Nacional, por ley, debe acompañar al equipo sanitario desplazado en ambulancia. Es decir, que llamar al 061 en un caso de enfermedad mental es como llamar al 091 y viceversa, si se llama a la Policía por este motivo debe presentarse con un equipo sanitario. Tal vez el nerviosismo y la tensión de la situación hicieron que los familiares llamaran a la Guardia Civil, y el asunto se convirtiera para alguien en un caso de violencia de género siendo un caso claro para una Unidad de Salud Mental.

Hay que vivir estas situaciones para saber que no es tan fácil para la familia, ni para nadie que esté presente, permanecer calmados y hacer lo correcto. La situación puede empeorar en cuestión de segundos y más de un enfermo, al verse acorralado, se ha arrojado por el balcón. Incluso se puede exagerar lo ocurrido para que la Policía, o quien sea, acuda prontamente al lugar y evitar males mayores. Esto se comprende y es disculpable, pero es un enfermo no un delincuente, no lo olvidemos.

En este caso, la verdadera locura de todo esto es que el afectado muera de un disparo que le atravesó el vientre. Dice la Benemérita que “amenazaba blandiendo un cuchillo de cocina…” El sanitario que entró en el domicilio acompañando a la pareja de guardias civiles ha corroborado esta versión oficial. ¿Y qué? Eso no quiere decir nada. ¿Quién sabe si después de la amenaza no se corta allí mismo las venas? No sería la primera vez que sucede esto, de casos así están llenos los psiquiátricos, pues el enfermo no tiene en ese momento discernimiento, su mente vuela a mil años luz, y lo mismo que lanza una amenaza, al segundo después puede cortarse el cuello o arrojarse por la ventana.

El sanitario debía saber esto. Y también que hay muchas maneras de reducir a un enfermo que se manifiesta agresivo. Quienes mejor lo saben son los trabajadores y los celadores de los psiquiátricos, pero ninguna acción justifica un disparo para matarlo como a un perro (dejando además una familia destrozada) o, en otros casos, darle una paliza brutal para reducirle. Las fuerzas de seguridad se lavan las manos con estos casos y les echan tierra encima: investigación rutinaria por normativa, un poco de corporativismo y punto. No hay mayor pérdida que la de un ser humano y la vida que siempre corre más peligro en estos episodios es la propia del enfermo.

Lo siento muchísimo por Javier y por la familia. Yo mismo he estado cerca de terminar como él y es algo que causa un profundo miedo. Miedo a ser dos, como el título del libro del Prof. Rafael Narbona, también bipolar, y un libro que recomiendo. Miedo hacia uno mismo, miedo a hacer daño a alguien querido o miedo a dañar a cualquier ciudadano de a pie, y también el temor a encontrarse durante uno de estos episodios con una muerte trágica, ya sea por alguien ligero de gatillo o por un tipo diestro con la navaja. Nadie debería acabar sus días así y ojalá el caso de Javier sirva para concienciar a las fuerzas del orden respecto a la enfermedad mental, en general, pero me temo que no será así y que su muerte, como otras muchas, será en vano.

Si yo estuviera en el lugar de la familia, pediría responsabilidades. Denunciaría tanto al guardia civil que disparó como al psiquiatra que retiró la medicación a Javier. Lo denunciaría al juzgado y al colegio de médicos, por negligencia. No es la primera vez ni será la última que las fuerzas de seguridad matan a un enfermo mental –o a un indigente-, ni que un psiquiatra se equivoque fatalmente.

Cualquier psiquiatra, y también el paciente, sabe que nunca, repito, NUNCA, se debe retirar dicha medicación. La recaída es segura y hay riesgo alto de que ocurran tragedias como esta. La familia así se lo expresó por dos veces al susodicho psiquiatra. El TB es una enfermedad crónica muy peligrosa para el enfermo, y necesita de un control y de una supervisión continuos, además de apoyo familiar, del entorno cercano, terapia, etc.

¿Por qué hay tantos músicos bipolares?

En la literatura, en la música, en el arte…  conocemos muchos casos de maniacodepresivos (bipolares), los hay por docenas. Esto no quiere decir que todos los bipolares sean artistas ni al contrario, obviamente. Pero está demostrado que estos estados mixtos, manía–depresión, representan un lazo muy importante entre el TB, el temperamento artístico, el poder creador y los ritmos y el temperamento de la naturaleza. Desgraciadamente, también están muy relacionados con los aspectos destructivos y mortales de la enfermedad maniacodepresiva: el alcoholismo, la drogadicción y el suicidio. Han sido muchos los que han sufrido la enfermedad y además la han combinado con alcohol y drogas. Comorbilidad lo llaman los psiquiatras.

También hay muchos casos de pacientes que abandonaron la medicación y en poco tiempo perdieron la vida de forma trágica. Algunos, envueltos en una depresión sin salida, cometieron suicidio; otros, acabaron con su vida en medio de un episodio de manía o encontraron la muerte como resultado de accidentes, reyertas, actos temerarios, sobredosis o como resultado de una brutal paliza. Me refiero en este último caso al gran Jaco Pastorius, un ejemplo conocido, que abandonó la medicación pues embotaba sus sentidos y le impedía crear y manifestar su gran talento. Y créanme que así es. Pero es sólo uno de los múltiples efectos de los anti-psicóticos. Ninguno bueno.

Decía que lo largo de la Historia muchos célebres lo han sufrido. Sería largo, pero me vienen rápidamente a la cabeza un par de casos no muy lejanos, también músicos jóvenes y conocidos: el cuerpo de Jeff Buckley fue encontrado entre las aguas de los muelles de Nueva Orleans; el joven y prometedor músico de blues Sean Costello murió por una sobredosis accidental aunque se habló de suicidio… los casos de Virginia Woolf ahogada, Sylvia Plath asfixiada por gas, Anne Sexton después de varios intentos se encerró en el garaje y se intoxicó con el escape de su auto; Robert Lowell, Van Gogh, Byron… y tantos otros conocidos escritores, poetas, músicos, pintores, o artistas desconocidos. O no artistas, por supuesto, estos son la mayoría. En definitiva, personas que a pesar de su lucha no han podido sobreponerse y han tenido la desgracia de ser vencidos por la enfermedad, una enfermedad que nunca descansa y que sus dos polos, juntos o por separado, pueden dar la cara en cualquier momento causando un dolor de gran magnitud.

La manía es menos conocida, pero respecto a la depresión todos conocemos sus efectos. Ya lo escribió Poe: “Es como vivir en una tiniebla eterna, entre el calor y el frío.”

Uno puede vagar así durante años. Lo sé por experiencia.