viernes, 4 de septiembre de 2015

EN ALGÚN LUGAR RETUMBARÁ UN TAMBOR: sobre el Trastorno Bipolar y la muerte trágica del músico gallego Javier Fernández.


Me siento muy, muy triste. Llevo un par de días dándole vueltas a la cabeza y con muy mal cuerpo, como suele decirse.

Es terrible la pérdida de una persona joven pero es más terrible aún cuando alguien encuentra la muerte del modo en que lo ha hecho el músico Javier Fernández, Hal 9000, batería de Los Piratas, bajo la influencia de su mente perturbada y abatido en el domicilio familiar por un disparo de la Guardia Civil.

No es que yo conociera personalmente a Javier, pero las circunstancias en que ha sucedido esta tragedia desgraciadamente me son muy familiares. He vivido a lo largo de los años situaciones muy parecidas al tener yo mismo diagnosticado un trastorno bipolar desde joven y puedo hablar con conocimiento de causa:

No confundan lo ocurrido con un caso de violencia de género, por favor.
Esto no tiene nada que ver con eso y ahí están las palabras de la esposa desmintiéndolo. Esto ha sido un episodio de manía (descompensación maníaca) que ha acabado de la peor forma posible: una muerte. Desgraciadamente estos episodios son demasiado comunes para los que sufrimos trastorno bipolar (TB) y para las familias de los enfermos. El TB (antes psicosis maniacodepresiva) es una enfermedad del estado de ánimo con dos polos o fases opuestas: la depresión, y la manía, que es justo lo contrario.

Durante un episodio de manía, dejando fuera consideraciones individuales y la propia personalidad del individuo, entre sus muchos síntomas (echen un vistazo al DSM-IV [http://www.psicocode.com/resumenes/DSMIV.pdf], pag. 67 (depresión mayor), pág. 74 (episodio maníaco) y posteriores, si tienen interés en el tema) se experimentan una ficticia euforia, gran expansividad, gastos desaforados, hiperactividad, realización de actos temerarios, ideación delirante, paranoia, alucinaciones visuales y/o auditivas, etc.

Se atraviesan varias etapas: al inicio de la fase se alcanza la denominada hipomanía, en la que eres, crees ser, un tipo ingenioso y creativo, con un sentido del humor inteligente, de verborrea fácil y ánimo hiperactivo. Los episodios de muchos bipolares se quedan en la hipomanía, por fortuna no progresan; para otros muchos sí progresan y entonces el ingenio y la hiperactividad se agudizan aún más, ya no hace falta dormir, la abstracción y la asociación de ideas te resultan sencillas, mil ideas se agolpan en tu mente pugnando por salir al exterior, aunque estés tirado en un basurero el mundo parece un paraíso y la falsa felicidad es total.

Dura poco este nirvana porque enseguida viene el desastre: si no se coge a tiempo, en estados avanzados de la manía, el episodio psicótico es muy parecido al de la esquizofrenia y pueden aparecer síntomas comunes como la megalomanía, la fuga de ideas, la paranoia, las alucinaciones…, en resumen, una pérdida total de la realidad y por supuesto de la razón. La irritabilidad y la agresividad pueden fácilmente aparecer en este momento. En este punto, es relativamente común que el enfermo ponga en peligro su vida –y a veces también las de los demás-, pues los sinsentidos y  las acciones temerarias suelen prodigarse y la imaginación y las visiones de un enfermo que tiene alterado el sentido de la realidad –y por ello no es responsable ni culpable ante la ley- pueden ser de mil formas diferentes y conducir a terrenos inimaginables para una persona “cuerda”. Incluso lo son para el propio enfermo cuando sana. Y a veces pueden llevar a peligrosos callejones sin salida.

Javier llevaba 10 años luchando con la enfermedad, tenía antecedentes clínicos y su familia estaba al tanto. Cuando se llama al 061 por una urgencia referente a un enfermo mental, una pareja de la Policía Nacional, por ley, debe acompañar al equipo sanitario desplazado en ambulancia. Es decir, que llamar al 061 en un caso de enfermedad mental es como llamar al 091 y viceversa, si se llama a la Policía por este motivo debe presentarse con un equipo sanitario. Tal vez el nerviosismo y la tensión de la situación hicieron que los familiares llamaran a la Guardia Civil, y el asunto se convirtiera para alguien en un caso de violencia de género siendo un caso claro para una Unidad de Salud Mental.

Hay que vivir estas situaciones para saber que no es tan fácil para la familia, ni para nadie que esté presente, permanecer calmados y hacer lo correcto. La situación puede empeorar en cuestión de segundos y más de un enfermo, al verse acorralado, se ha arrojado por el balcón. Incluso se puede exagerar lo ocurrido para que la Policía, o quien sea, acuda prontamente al lugar y evitar males mayores. Esto se comprende y es disculpable, pero es un enfermo no un delincuente, no lo olvidemos.

En este caso, la verdadera locura de todo esto es que el afectado muera de un disparo que le atravesó el vientre. Dice la Benemérita que “amenazaba blandiendo un cuchillo de cocina…” El sanitario que entró en el domicilio acompañando a la pareja de guardias civiles ha corroborado esta versión oficial. ¿Y qué? Eso no quiere decir nada. ¿Quién sabe si después de la amenaza no se corta allí mismo las venas? No sería la primera vez que sucede esto, de casos así están llenos los psiquiátricos, pues el enfermo no tiene en ese momento discernimiento, su mente vuela a mil años luz, y lo mismo que lanza una amenaza, al segundo después puede cortarse el cuello o arrojarse por la ventana.

El sanitario debía saber esto. Y también que hay muchas maneras de reducir a un enfermo que se manifiesta agresivo. Quienes mejor lo saben son los trabajadores y los celadores de los psiquiátricos, pero ninguna acción justifica un disparo para matarlo como a un perro (dejando además una familia destrozada) o, en otros casos, darle una paliza brutal para reducirle. Las fuerzas de seguridad se lavan las manos con estos casos y les echan tierra encima: investigación rutinaria por normativa, un poco de corporativismo y punto. No hay mayor pérdida que la de un ser humano y la vida que siempre corre más peligro en estos episodios es la propia del enfermo.

Lo siento muchísimo por Javier y por la familia. Yo mismo he estado cerca de terminar como él y es algo que causa un profundo miedo. Miedo a ser dos, como el título del libro del Prof. Rafael Narbona, también bipolar, y un libro que recomiendo. Miedo hacia uno mismo, miedo a hacer daño a alguien querido o miedo a dañar a cualquier ciudadano de a pie, y también el temor a encontrarse durante uno de estos episodios con una muerte trágica, ya sea por alguien ligero de gatillo o por un tipo diestro con la navaja. Nadie debería acabar sus días así y ojalá el caso de Javier sirva para concienciar a las fuerzas del orden respecto a la enfermedad mental, en general, pero me temo que no será así y que su muerte, como otras muchas, será en vano.

Si yo estuviera en el lugar de la familia, pediría responsabilidades. Denunciaría tanto al guardia civil que disparó como al psiquiatra que retiró la medicación a Javier. Lo denunciaría al juzgado y al colegio de médicos, por negligencia. No es la primera vez ni será la última que las fuerzas de seguridad matan a un enfermo mental –o a un indigente-, ni que un psiquiatra se equivoque fatalmente.

Cualquier psiquiatra, y también el paciente, sabe que nunca, repito, NUNCA, se debe retirar dicha medicación. La recaída es segura y hay riesgo alto de que ocurran tragedias como esta. La familia así se lo expresó por dos veces al susodicho psiquiatra. El TB es una enfermedad crónica muy peligrosa para el enfermo, y necesita de un control y de una supervisión continuos, además de apoyo familiar, del entorno cercano, terapia, etc.

¿Por qué hay tantos músicos bipolares?

En la literatura, en la música, en el arte…  conocemos muchos casos de maniacodepresivos (bipolares), los hay por docenas. Esto no quiere decir que todos los bipolares sean artistas ni al contrario, obviamente. Pero está demostrado que estos estados mixtos, manía–depresión, representan un lazo muy importante entre el TB, el temperamento artístico, el poder creador y los ritmos y el temperamento de la naturaleza. Desgraciadamente, también están muy relacionados con los aspectos destructivos y mortales de la enfermedad maniacodepresiva: el alcoholismo, la drogadicción y el suicidio. Han sido muchos los que han sufrido la enfermedad y además la han combinado con alcohol y drogas. Comorbilidad lo llaman los psiquiatras.

También hay muchos casos de pacientes que abandonaron la medicación y en poco tiempo perdieron la vida de forma trágica. Algunos, envueltos en una depresión sin salida, cometieron suicidio; otros, acabaron con su vida en medio de un episodio de manía o encontraron la muerte como resultado de accidentes, reyertas, actos temerarios, sobredosis o como resultado de una brutal paliza. Me refiero en este último caso al gran Jaco Pastorius, un ejemplo conocido, que abandonó la medicación pues embotaba sus sentidos y le impedía crear y manifestar su gran talento. Y créanme que así es. Pero es sólo uno de los múltiples efectos de los anti-psicóticos. Ninguno bueno.

Decía que lo largo de la Historia muchos célebres lo han sufrido. Sería largo, pero me vienen rápidamente a la cabeza un par de casos no muy lejanos, también músicos jóvenes y conocidos: el cuerpo de Jeff Buckley fue encontrado entre las aguas de los muelles de Nueva Orleans; el joven y prometedor músico de blues Sean Costello murió por una sobredosis accidental aunque se habló de suicidio… los casos de Virginia Woolf ahogada, Sylvia Plath asfixiada por gas, Anne Sexton después de varios intentos se encerró en el garaje y se intoxicó con el escape de su auto; Robert Lowell, Van Gogh, Byron… y tantos otros conocidos escritores, poetas, músicos, pintores, o artistas desconocidos. O no artistas, por supuesto, estos son la mayoría. En definitiva, personas que a pesar de su lucha no han podido sobreponerse y han tenido la desgracia de ser vencidos por la enfermedad, una enfermedad que nunca descansa y que sus dos polos, juntos o por separado, pueden dar la cara en cualquier momento causando un dolor de gran magnitud.

La manía es menos conocida, pero respecto a la depresión todos conocemos sus efectos. Ya lo escribió Poe: “Es como vivir en una tiniebla eterna, entre el calor y el frío.”

Uno puede vagar así durante años. Lo sé por experiencia.

1 comentario:

  1. La mujer de Javier llevaba 10 años con él. Esperó a que este comprase un terreno, construyese una casa y la terminase. Entonces decidió, de forma inesperada, que se quería casar. Y, también como algo totalmente novedoso, quiso tener un niño. Y, cuando nace, a los dos meses sale pidiendo ayuda diciendo que la ha agredido, con un poco de sangre cayendo de su nariz. El resto ya lo sabes. Aunque igual no sabes que esa mujer "escogió" de forma inmediata a un abogado que había sido condenado a 4 años de cárcel por narcotráfico, que fue quien la representó en su juicio por la muerte de Javier. Y que junto a él vino al juicio otro abogado especializado en defender a la guardia civil (en un juicio contra la guardia civil). Y que al perder el juicio, el resto de la familia por parte de padre quiso recurrir pero ella no, a pesar de que podía ganarse una pasta si la indemnizaban como pedía. Y que intentó vender la casa de inmediato, pero no pudo, según le dijo un abogado, porque era de su hijo. Bueno, y muchas cosas más que no sabes pero que sí, todas indican en la misma dirección.

    Un abrazo, espero que estés bien.

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