martes, 29 de marzo de 2011

BLUES ON-LINE: Revista CON ALMA DE BLUES Magazine, 1ª Edición. Argentina.





La comunidad bluesera argentina está de enhorabuena: en este mes de marzo asistimos al nacimiento de la revista on-line de Blues “CON ALMA DE BLUES Magazine”, editada desde Argentina y de difusión gratuita en Internet.

La administración corre a cargo de Agustín Roca y de Gustavo A. Zungri, con la participación destacada de la comunidad blusera Taringa.net

Como ellos dicen en su editorial:

“Con Alma de Blues Magazine nace con la idea de ser un servicio integral y práctico, a las nuevas generaciones de Bluseros, a aquellos que la distancia limita de buenos materiales e información, para todos los que abrazan un mismo sentir, para los que con su espíritu docente vuelcan toda su enseñanza a favor de todos. Por eso recorramos juntos esta linda aventura donde la estrella es el Blues, en todas sus variaciones y estilos.”


La revista, abierta a colaboraciones, cuenta entre sus contenidos con secciones como Disco del mes, DVD del mes, Shows, Discografía recomendada, User del mes o Anuncios clasificados, junto con interesantes artículos:

Artículos principales de esta edición:
• “Murió Gary Moore”
• “La guitarra en el Jump Blues” por Daniel Raffo.
• Blind Willie Johnson, “el ciego que nos enseñó a mirar”
• Polcastillo junto a Gato Azul

Staff permanente:
Gustavo A. Zungri
Agustín Roca

Colaboradores:
Kikofer
Marlon36
Rompiendorocas
Freddiearts
Mr_winter
Cadena_

Felicitamos y deseamos desde este blog una larga vida a CON ALMA DE BLUES Magazine y esperamos las siguientes ediciones de esta magnífica iniciativa que no dudamos se convertirá en referencia para la comunidad bluesera argentina.


Contacto:
rocaagustin@yahoo.com.ar





miércoles, 16 de marzo de 2011

Relato: LA DAMA






Otra vez vuelve el insomnio que creía esquivado para siempre. Me acuesto con la cabeza llena de algo que no puedo identificar, para levantarme al poco, rumbo a la cocina con un nudo en el estómago que confundo con el hambre, dispuesto a ahogarlo con lo que sea. No, con lo que sea no. Recuerdo las viejas  cápsulas de colores, con sus promesas de horas de sueño sin sueños, y un despertar levitando sobre el suelo mientras comenzaba a salir el sol. Un cigarrillo tirado, desnudo sobre el suelo de la terraza, es lo más parecido que mi conciencia me permite ahora. Veo el humo subiendo en espiral hacia la noche, y ruego porque allá arriba alguien sepa descifrar el mapa emocional de los náufragos, de aquellos que ni siquiera tienen un tronco al que agarrarse.

Fue entonces cuando llamaste a la puerta, más borracha y hermosa que nunca. Cruzaste la habitación sin hablar, dejando detrás de ti unas lágrimas tan viejas como tu cuerpo. Nunca supimos perder con la elegancia de nuestros héroes en blanco y negro. 

 “Dentro de un año no estaré aquí”, susurraste en mi oído. Apoyaste tu cabeza en mi regazo y yo escuchaba tu voz rota sin decir nada. El discurso lo habías pronunciado demasiadas veces. Una diatriba de lúcido cinismo desfondado. Algún hada debió dejar ese oscuro don en tu cuna. Eres una de esas almas con propensión a la lucidez, que el paso del tiempo convierte en verdaderos solitarios desapegados de la obsesión compulsiva de ser útil a esta sociedad -unos por la duda o por la desesperanza, otros por la demencia- que  refugiados en una discreta soledad no se comunican  con sus “semejantes” más que a través de la ironía o, mejor aún, del vértigo de una sublime locura, reivindicando así su obstinación en la digna inutilidad. Si el hombre pierde la facultad de la indiferencia se convierte en asesino virtual, decía el filósofo. Tú perteneces a esa estirpe de artistas. Viendo cómo escapabas, quise recordarte tus comienzos en el arte: 

Al mismo tiempo que Los Beatles aterrizaban en Nueva York y la beatlemanía se apoderaba de América, tú nacías en una ciudad fronteriza y marinera donde el viento de Poniente te trajo aromas del otro lado del océano, aromas de ritmos y melodías impregnados no sólo de rock and roll, sino también de humo de locomotoras, del sonido de la armónica antigua, de guitarras afiladas y de poderosas voces negras que aullaban a medianoche en la Ciudad del Viento

 Tu madre te regaló una guitarra española que se convirtió en tu única compañera de juegos. A los pocos años dominabas todos los palos, incluso los flamencos, y tu voz poseía los registros de las más grandes. Billie, Ella, Dinah,... las cantantes de jazz se te daban bien, mientras  Muddy Waters y Robert Johnson transportaban tu mente a esas encrucijadas más allá del profundo sur. Con los discos de Jimmy Yancey, Albert Ammons y algunos clásicos aprendiste a dominar igualmente el piano. Eras una niña de radiante belleza y en el colegio también eras la más lista.


  Mujer con guitarra, Juan Morales Martínez


Más tarde, ganaste aquel concurso de cuentos infantiles y no tardaste mucho en formar tu primera banda de blues: aún guardo fresco en mi memoria tu debut en La Higuerita, junto a aquel río, donde un público curioso asistió incrédulo al espectáculo de ver cómo una cría de doce años le daba una vuelta a Joan Baez tocando una eléctrica versión de 'Blowin’ in the Wind' y pasaba acto seguido a interpretar desgarradores lamentos bluseros al más puro estilo Janis; o reventar literalmente los cristales del local con 'I’m a Woman',  para terminar haciendo corear al pueblo entero 'I Got My Mojo Workin’'. Todavía se me eriza el antebrazo, recordándolo. Cuando acabó todo, te marchaste con un gitanillo a una taberna de marineros sin patria y alguien me contó que ni siquiera el aguardiente pudo ahogar el lamento, ahora en forma de soleares y seguiriyas, que brotaba de tu pecho hasta que el amanecer marcó la hora de la pleamar.

Por supuesto, yo estaba enamorado de ti. ¿Cómo no iba a estarlo? Aunque tu llamativa belleza más que ayudarte te jugó malas pasadas. A tus amigos no nos extrañó que a los catorce te fugaras a Madrid con aquel hippy que vendía pulseras de cuero, y tampoco que te dejase tirada y preñada. Cuando te quedaste sola y perdida en la capital, perder al bebé por culpa del caballo fue lo de menos. La discográfica te anuló el contrato, se quedó con las canciones y las maquetas de tu primer disco acabaron en un rincón del sótano. Te cambió el carácter y los conciertos se transformaron en peleas contra el mundo. Los directos terminaban casi siempre en bronca y veías cómo tus composiciones se marchitaban en la cuneta. Tu primera temporada en el psiquiátrico empezó a dejar en ti cierta aureola de mujer marcada. Cuando te fui a visitar pude ver en tu rostro una pálida mueca donde antes había una sonrisa.

Al salir, volviste a casa de tus padres, no tenías otro sitio adonde ir. La melancolía se instaló definitivamente en tu vida y abandonaste la música por la escritura, tu otra pasión. Te fue bien al principio. Publicaste un primer poemario de sobrecogedores poemas que el público recibió acudiendo en masa a las librerías y la crítica te otorgó el calificativo de “prodigiosa promesa”. 

 Red violin, Khimaereus

Aún no tenías la mayoría de edad cuando te instalaste de nuevo en la capital. Escribiste unos cuantos libros, ganaste algunos premios y durante esos años nos vimos muchas veces. Te solías quedar en mi casa cuando venías a Sevilla y yo hacía lo mismo cuando iba a Madrid. Tu mirada había cambiado, se había endurecido, pero tu talento y la potencia de tu voz permanecían intactos. La música que sonaba en tu interior no tardó en aparecer en forma de magníficas e innovadoras canciones, canciones de certera acupuntura emocional, que activan los oscuros resortes de eso que llamamos alma. Hiciste con el rock lo que Mozart con la clásica. A finales de los ochenta publicaste aquellos discos que revolucionarían las estructuras de la música. Giras por todo el mundo y millones de discos vendidos. Todos te querían y te admiraban. Incluso los presidentes de las naciones querían salir a tu lado en las fotos. Guardé los recortes de prensa en algún álbum. Sin embargo, aquel éxito no fue ninguna recompensa para tu torturada existencia. Quien barajó las cartas no te dio el Siete de Oros sino la Sota de Bastos. 

Viviste una vida de millonario durante un tiempo. Te paseabas en una limo blanca por los festivales de música y cine, y también por los casinos de medio mundo. Los excesos, en tu caso, siempre han tenido un alto precio, así que otra vez terminaste cayendo. Clínicas y terapias no te trajeron nada bueno y un tiempo después volviste a encontrar en el blues un refugio para tu espíritu que, perdido entre la nebulosa de ungüentos y pastillas, ya comenzaba a dar los primeros síntomas de rendición.

“¡La Dama is back!”, rezaba la campaña publicitaria en la radio. Grabaste en esa época increíbles discos con todos los grandes, desde Koko Taylor a B.B. King, incluso un dueto con Sinatra. B.B. te idolatraba y llegó a decir sobre ti que “conocer a La Dama me ha hecho comprender que el hombre tiene más posibilidades de salvarse a través del infierno que del paraíso”. Giras y festivales del género por todo el mundo te mantuvieron ocupada pero la desazón continuaba. Sin prestar atención a las nubes que se acercaban, tampoco quisiste mirar al cielo cuando empezabas a arrastrarte, hasta que un día el espejo dejó de devolverte la mirada.

Te perdí la pista después del entierro de tu padre. Meses más tarde, leí en un periódico que te habían detenido en el aeropuerto de Estambul por tráfico de estupefacientes. La Embajada no pudo hacer nada, dada la cantidad de droga que escondías en tu maleta, y el  juez te encerró en una sórdida prisión turca durante dos años. Era vivir el 'Expreso de Medianoche' en tu propia carne. Tu madre enfermó y yo te visité todas las veces que pude pero se me rompía el corazón al verte en tan lamentable estado. Más tarde, te casaste con aquel diplomático que te sacó de ese infierno y volviste otra vez a las andadas. Tu creatividad se había diluido con las píldoras y tu voz se había perdido entre la niebla alcohólica de interminables amaneceres, a la vez que tu mente zozobraba entre dos aguas: la cocaína y la locura.

Y ahora te veo tumbada a mi lado, y me fascino con tus pequeños pechos luchando por huir de la prisión de tu blusa, moviéndose al unísono mientras siguen el ritmo impuesto por tu respiración acompasada. “Dame un beso,...” me susurras con los ojos desvaídos, ...algún día nos encontraremos en los oscuros horizontes y contemplaremos fijamente el flamear de las campanas de la libertad”, me dices recordando los versos de Dylan. Cuando tus ojos se rinden al sopor, te paso el cigarrillo y me devuelves una sonrisa forzada de alguien cansado y vencido que ha dejado un montón de versos en un cajón como testigos de su derrota. Me parece extraño recordarte como eras antes. Cada vez que sentía el miedo recorrer mi cuerpo, conjuraba tu nombre como protección haciendo que mis fantasmas huyesen a su infierno particular. Eras mi ángel y mi diosa.

Ha pasado casi un año desde aquella noche, la última vez que te vi.  Hoy me dice un amigo que han encontrado tu cuerpo flotando a la deriva junto a la desembocadura de aquel río fronterizo donde comenzó todo. Y pienso en los recovecos del Tiempo y en los instantes. El tiempo me ha arrancado casi todo menos aquel beso tuyo que llevo grabado a fuego en lo más profundo del recuerdo.

¿Sabes? Creo que alguna vez pudimos ser felices. Nuestras vidas nunca han estado a la altura de nuestros sueños. Nada es más real que el terror que produce pasear al borde del abismo: a un lado la ruina y al otro la gloria.

In the edge of life 
Khimaereus




Copyright © Luis Romero, 2005

Publicado también en:
Libro: De Cielos y de Infiernos (2007, Lewis Romero)







martes, 15 de marzo de 2011

CANCIONES - BOB DYLAN: A Hard Rain's A-Gonna Fall


 

A Hard Rain's A-Gonna Fall

Bob Dylan - 1963 - The Freewheelin' Bob Dylan



Letra y música: Bob Dylan

Tonalidades:

Bob Dylan: E [Dropped D, capo 2º]
Dropped D tuning (D A D G B E)
Cejilla 2º traste
(E mayor)

Joan Baez: Bb
Lucinda Williams: A

Transcripción: G

Afinación standard: (E A D G B E)
Acordes:
D = x x 0 2 3 2
C = x 3 2 0 1 0
G = 3 2 0 0 3 3

Transcrita por Lewis
--------------------------------------------------------------------------------


             G                                              C          G
Oh, where have you been, my blue eyed son?
             G                                                  (C)         D
Oh, where have you been, my darling young one?
           C                                        D                       G
I've stumbled on the side of twelve misty mountains
          C                                               D                  G
I've walked and I've crawled on six crooked highways
          C                                         D                G
I've stepped in the middle of seven sad forests
                 C                             D                G
I've been out in front of a dozen dead oceans
                   C                                                D               G
I've been ten thousand miles in the mouth of a graveyard
                    G                         D                G                        C
And it's a hard, and it's a hard, it's a hard, and it's a hard
                    G         D                G
And it's a hard rain's gonna fall


Oh, what did you see, my blue eyed son?
Oh, what did you see, my darling young one?
I saw a newborn baby with wild wolves all around it
I saw a highway of diamonds with nobody on it
I saw a black branch with blood that kept drippin'
I saw a room full of men with their hammers a bleedin'
I saw a white ladder all covered with water
I saw ten thousand talkers whose tongues were all broken
I saw guns and sharp swords in the hands of young children
And it's a hard, and it's a hard, it's a hard, it's a hard
And it's a hard rain's a gonna fall


And what did you hear, my blue eyed son?
And what did you hear, my darling young one?
I heard the sound of a thunder, it roared out a warnin'
Heard the roar of a wave that could drown the whole world
Heard one hundred drummers whose hands were a blazin'
Heard ten thousand whisperin' and nobody listenin'
Heard one person starve, I heard many people laughin'
Heard the song of a poet who died in the gutter
Heard the sound of a clown who cried in the alley
And it's a hard, and it's a hard, it's a hard, it's a hard
And it's a hard rain's a gonna fall


Oh, who did you meet, my blue eyed son?
Who did you meet, my darling young one?
I met a young child beside a dead pony
I met a white man who walked a black dog
I met a young woman whose body was burning
I met a young girl, she gave me a rainbow
I met one man who was wounded in love
I met another man who was wounded with hatred
And it's a hard, it's a hard, it's a hard, it's a hard
It's a hard rain's a gonna fall

Oh, what'll you do now, my blue eyed son?
Oh, what'll you do now, my darling young one?
I'm a goin' back out 'fore the rain starts a fallin'
I'll walk to the depths of the deepest black forest
Where the people are many and their hands are all empty
Where the pellets of poison are flooding their waters
Where the home in the valley meets the damp dirty prison
Where the executioner's face is always well hidden
Where hunger is ugly, where souls are forgotten
Where black is the color, where none is the number
And I'll tell it and think it and speak it and breathe it
And reflect it from the mountain so all souls can see it
Then I'll stand on the ocean until I start sinkin'
But I'll know my song well before I start singin'
And it's a hard, it's a hard, it's a hard, it's a hard
It's a hard rain's a gonna fall

It's a hard rain's a gonna fall



Lyrics used with permission. Peter Zurich (pbz@lowpft.com) 
NOTA del autor: Esta sección es objeto de revisión continua, y, por tanto, podrán eliminarse, añadirse, corregirse o ampliarse las transcripciones aquí recogidas, en cualquier momento del tiempo.



lunes, 14 de marzo de 2011

CANCIONES - José Ignacio Lapido: El Más Allá

El Más Allá



Letra y Música: José Ignacio Lapido
Publicado en De Sombras y Sueños  (Pentatonia, 2010)
Transcrito por Lewis Romero

Afinación standard: E A D G B E
Acordes:
G = 3 2 0 0 3 3
C = x 3 2 0 1 0
Cadd9 = C Major Add 9th = x 3 2 0 3 3
Am = x 0 2 2 1 0
D7 = x x 0 2 1 2
Bm = 2 2 4 4 3 2
Em = 0 2 2 0 0 0
D = x x 0 2 3 2
B7 = x 2 1 2 0 2
CM9/b = x 2 0 0 1 0 
Cm = 3 3 5 5 4 3
CM7 = x 3 2 0 0 0

Tabs: (pondré los tabs en unos días)

[fill I]: [G – C – Bm – Em]

[fill 1: C]:  [G – C] 
[fill 2: Am]: [G – C – Am]
[fill 3: Bm]: [D7 – Bm]               
[fill 4: B7]: [G – B7]
_______________________________________________________________

Intro:   [fill I: G – C – Bm – Em]
      
G                       Cadd9             G        [fill 1: C]
Ronda un gato persa por mis sueños
G                          Cadd9          G        [fill 1: C]   [fill 2: Am] 
hablándome de muerte y de amor
      Am                    D7 [fill 3: Bm]              Em
me ve como a ese viejo         príncipe del dolor
               C                               D                  G     [fill I]
al que el tiempo convirtió en piedra el corazón

G                 Cadd9       G        [fill 1: C]
En la planta decimotercera
G               Cadd9                   G     [fill 1: C]   [fill 2: Am] 
se coló el diablo en mi ascensor
Am                  D7 [fill 3: Bm]                   Em
No supe quién era           hasta que me habló
       C                         D             G      [fill 4: B7]
con esa extraña melodía de su voz
B7                   Em               C              G    [fill 4: B7]
“Cuando tú quieras yo te puedo desvelar
B7                 Em            C   – CM9/b – Am
Lo que te espera en el Más…
          Cm        G     [fill I]                   
En el Más… Allá.”

Hay un hombre bueno en el camino
que me ofrece vino y conversación
Alguien le habrá dicho que voy sin dirección
y que llevo varios siglos perdido
“A ver amigo, ¿cuándo vas a madurar?
Estás hundido y no ves más…
           Cm          G    D    
No ves más… allá…aah


Solo slide: [G – Cadd9 – G – Cadd9] x2


          Am                    D7      Bm                     Em           
Hazle caso al Perro Asirio y pon mucha atención
                  C                    D          C                D
Porque el Cielo manda avisos en forma de delirios
             C                 D                   G      [fill 4: B7]
Pero a veces tienen forma de canción
B7                Em              C                G   [fill 4: B7]
Y nunca se sabe cuando te puede llegar
B7              Em                  C   - CM9/b – Am
Algún mensaje desde el Más…
                   Cm          G    Cadd9              G           CM7               
…desde El Más…  Allá       …desde El Más Allá     
                     G           Cadd9                 G          CM7   
…desde El Más Allá       …desde El Más Allá

[G  - Cadd9  - G  - CM7] x2   -  G//                        


                                                  o o o o o o o

Breve comentario de ‘El Más Allá’ desde el punto de vista armónico.
La canción está en la tonalidad de Sol mayor (G). Si la canción tuviera, por ejemplo, el patrón de un blues clásico, Sol mayor sería la tónica, el tono en que es tocado el blues. Para el no iniciado, solo indicar rápidamente un par de aspectos para mejor comprensión de este apunte:

1º) Un acorde (por lo general), está formado por una combinación de 3 notas diferentes: la Iª o tónica (primera nota que da el nombre al acorde), la segunda nota que lo compone es la llamada 3ª o modal, que determina si el acorde es mayor o menor, y la tercera es la 5ª o dominante. Un blues clásico de 12 compases está compuesto por tres acordes con las funciones tónica (I), subdominante (IV) y dominante (V). Por ejemplo, en la tonalidad de Sol mayor: I = Sol, IV = Do, V = Re.

2º) Existen miles de acordes. Basta abrir algún libro de armonía moderna para encontrarse con un catálogo interminable. Jean-Philippe Rameau, en 1722, publicó el Traité de L´Harmonie Reduite à les Principles Naturels, el libro que más ha influido en toda la historia en la práctica de la composición musical en el mundo occidental. Rameau aplica una idea tremendamente potente y sencilla. Según él – atendiendo al efecto acústico de los acordes, no a su ortografía – existen tres funciones armónicas fundamentales, cada una de ellas con su sonido característico. Podemos hacer una comparación con los colores. Existen miles de colores, pero todos ellos se derivan de la combinación de los tres colores fundamentales: el rojo, al amarillo y el azul. En el caso de las funciones armónicas hablamos de las funciones fundamentales de tónica, dominante y subdominante.

La función tónica transmite sensación de reposo y de encontrarse en casa. La función dominante transmite una sensación opuesta, de excitación, de viaje fuera de casa e incluso de elevación. En la función dominante notamos excitación y alejamiento, pero también un fuerte deseo de volver a la tranquilidad de la función tónica. La función de subdominante transmite una sensación de alejamiento – al igual que la función dominante – pero ese alejamiento no se asocia a un fuerte deseo de volver a la tónica. Mientras que la función dominante transmite sensación de elevación, la función subdominante transmite una sensación de viaje introspectivo hacia el interior, con cierta sensación de sumergirse bajo las aguas.

3º) A partir del romanticismo y hasta fines del siglo XIX, cuando ya estaba establecido el temperamento igual (que deja iguales a todas las tonalidades), se utilizó mucho una convención —imposible de demostrar en la práctica— que imponía una cierta personalidad a cada una de las doce tonalidades. Para Sol, Do y Re mayores es la siguiente:

Sol mayor: Dulcemente jovial, rústico, idílico, lírico, calmado, pasión satisfecha, gratitud por la amistad verdadera y el amor esperanzado, emociones gentiles y pacíficas.

Do mayor: Alegre, guerrero, completamente puro. Su carácter es de inocencia y de simplicidad.

Re mayor: Feliz y muy guerrero. El triunfo, Aleluyas, júbilo, victoria.

4º) Una última obviedad: cada canción tiene sus propios acordes ejerciendo cada una de las funciones. Así, un acorde de Sol mayor no tiene un sonido característico. Un acorde de Sol mayor adoptará un sonido – una función – distinta dependiendo de la canción donde se use. Eso depende del tono de la canción.

Pero esto son palabras. Apliquémoslo a la anterior transcripción “easy play” de ‘El Más Allá’:

La secuencia de acordes en la estrofa es, simplificando: Sol, Do, Sol, Do, La menor, Re séptima, Si menor, Mi menor, Do, Re, Sol (en notación internacional: G, C, G, C, Am, D7, Bm, Em, C, D, G) donde vemos representadas las tres funciones fundamentales: la tónica por G, la subdominante por C y la dominante por D  y D7.

Le pediría al lector, siempre que fuera posible, que tome la guitarra y empiece a cantar. Si no puede hacerlo creo que también se comprenderá el comentario.

Al cantar este pequeño fragmento se captará fácilmente la sensación de función tónica al percutir el acorde de Sol mayor en el momento de cantar “Ronda.” Después se percibe la función subdominante al percutir el acorde de Do mayor sobre la palabra “persa.” La primera frase vuelve de nuevo sobre función tónica en el momento de cantar “sueños” y retorna a subdominante para finalizar la frase armónica. En esta primera frase la armonía traza un viaje completo partiendo de tónica (reposo), viajando a subdominante (viaje interior) volviendo a tónica  y viajando de nuevo a subdominante al final. La segunda frase es igual: vuelta a la tónica en la palabra “amor”, final de la frase armónica en la subdominante para enlazar a continuación con la tercera frase. En este punto le pido al lector que tenga presente las personalidades de las notas Sol y Do antes explicadas.

¿Es una casualidad que sobre las palabras “sueños” y “amor” percuta el acorde de Sol mayor en su función tónica, y que sobre las palabras “tiempo” y  “muerte” actúe la subdominante Do? Puede ser, pero sinceramente, no lo creo. No es fácil, pero un compositor avezado tiene muchos recursos y podría hacer incluso juegos de palabras con esto. Uno muy típico es hacer coincidir el acorde Sol (en cualquiera de las funciones armónicas) con la palabra “sol”, al final de un verso por ejemplo. Lapido los hace de maravilla. Ahora se me vienen a la cabeza un par de ellos: en ‘Más de Lo Mismo’, Música Celestial (2002) en el verso en que dice “Ya llega el Mi menor” es precisamente el Mi menor el que aparece en la secuencia de acordes. O en “Espejos Que No Devuelven las Miradas”, la canción que compuso para Los Hermanos Dalton en el año 2000 si no recuerdo mal, hacía precisamente lo que se ha comentado antes sobre el acorde Sol en el verso “Cuando jurabas no quemarte al tocar el sol”, teniendo aquí el acorde la función dominante.

En la tercera y cuarta frase de la primera estrofa de ‘El Más Allá’ hace un viaje más complejo, pasando por armonías dominantes en D7 y en D, acordes que percuten respectivamente sobre las palabras “viejo” y “piedra”, y finalizando en armonía tónica precisamente sobre la palabra “corazón”.  Nuevamente, teniendo en cuenta las personalidades de las notas, se producen “casualidades” que parecen encajar a la perfección.

Continuando este pequeño análisis y siguiendo esta línea con el resto de la canción encontramos que otras palabras importantes como “camino”, “Allá” o “canción” llevan asociada la función tónica en G; “diablo”, “bueno”, “Cielo” y “Más”, la función subdominante en C; y las relevantes palabras “Asirio” y “avisos” la dominante guerrera victoriosa D.

Técnicamente, hay que observar en especial la tensión introducida por las armonías dominantes, con su fuerte tendencia a evolucionar a tónica. Naturalmente el compositor no tiene porque hacer evolucionar las armonías dominantes hacia donde más “desean,” o sea, hacia tónica. Sin embargo, este movimiento dominante-tónica suena tan natural que como compositores podemos considerarlo como la solución armónica “por defecto.”
De hecho es la solución aplicada por José Ignacio Lapido en este fragmento.

[…]

El MÁS ALLÁ: comentarios y alguna paranoia




En un instante pasaremos por el umbral del mundo 
a una región... llamadla como queráis: negación del 
lenguaje, desierto, muerte o quizá más simple:
el silencio del amor

Vladimir Nabokov



     Esta mañana he despertado después de haber tenido un turbador sueño divergente. Si en el pensamiento convergente casi siempre se llega a una conclusión o respuesta, considerada única, y el pensamiento tiene que canalizarse en dirección de esa respuesta, en el pensamiento divergente se busca mucho alrededor o se dispara en muchas direcciones, caracterizándose por no estar tan enfocado a una meta. En mi sueño disparaba balas de fogueo en varias direcciones, como suelo también hacer en la realidad, donde, sin saber aún cuál es el don que me entregaron los dioses en la cuna, sigo estancado en mi propia ciénaga sin conocer meta alguna más que la muerte. 

     Sin duda, la fluidez de ideas de mi inconsciente es mucho mayor que la de mi consciente.  Durante un instante, al despertar, he pensado que había tenido una revelación divina que me hacía conocedor de mis posibles talentos. De una parte de ellos, solamente. La que se refiere a cómo malgastarlos en medio de una infinita abulia. Es de agradecer que se nos haya concedido el poder de elegir entre tantas maneras de hundirnos. En cambio, seguimos sin tener boleto para el tronco solitario que flota en el océano de las dudas y los miedos.

     Son las siete y comienza a amanecer. Preparo una taza de hirviente café y enciendo el portátil. También enciendo un cigarrillo mientras leo las noticias del día. Hoy, como otros días, desayuno con la muerte en primera página: Japón arrasado, alarma nuclear, un volcán en erupción, tsunamis por doquier: muerte; la ONU, revueltas árabes, rebeldes cargando antiaéreas, terrorismo suicida: muerte; nacional: fraude empresarial en Andalucía, ETA desarticulada, el 11-M: MUERTE; y finalmente, en la sección deportiva Mourinho que huye del fútbol. Yo también huiría, pero del mundo.

Música. En la calle llueve. Oigo las gotas contra la persiana marrón. La subo del todo y abro la ventana con vistas a un muro enmohecido y cubierto de verdín. Mejor me voy a la terraza. Fumo el segundo cigarrillo de la mañana mientras observo desde un tercer piso a la gente con prisa.

Música. La primera melodía de este día desolado. Anoche, antes de cerrar los ojos, terminé de leer las Memorias del compositor francés Hector Berlioz, en las que escribía acerca de la agonía de sus frecuentes episodios depresivos, el más “terrible de los males de la existencia”[i]:

Es difícil expresar con palabras lo que sufrí, el anhelo que parecía estar arrancándome el corazón desde las raíces, la espantosa sensación de estar solo en un universo vacío, el asco de la vida, la imposibilidad de morir […] Para cualquiera que esté poseído por este tipo de melancolía, nada tiene significado, la destrucción del mundo apenas le afectaría. Cuando me acometen estos sentimientos desearía que la tierra fuera una granada rellena de pólvora, a la que acercaría una cerilla para divertirme.

Había dejado de componer cuando escribió lo anterior. “Yo también he dejado de componer”, pensé automáticamente anoche mientras me vencía el sopor del sueño. En las últimas semanas he escuchado su obra tratando de comprender. Desde sus composiciones menos conocidas a la Sinfonía Fantástica, pasando por su Grande messe des mort (Gran misa de muertos), con el texto propio de la misa de difuntos católica, conocida como el Réquiem de Berlioz. En una palabra, la muerte, otra vez. 


Mi mente divaga contemplando el alba. Tal es mi estado de ánimo que un bostezo es todo el resultado. Sobre la mesilla hay varios libritos de poesía andalusí, un cenicero con una colilla y una pitillera de hojalata en la que alguien grabó la inscripción: “Suerte, Luis. 16-10-1984”, mi vigésimo cumpleaños. En el suelo, al pie de la cama, hay otra media docena de libros desperdigados sobre la alfombra: Bob Dylan: Letras; Los Beatles: Canciones ilustradas; Robert Graves, Fernando Savater, Quevedo, una biografía de Gary Cooper y The Story of the Blues de Paul Oliver reposan plácida y desordenadamente junto a las Memoires de Berlioz. Estiro el brazo y alcanzo a Quevedo. Abro al azar el libro y leo un poco. 

No creo en las casualidades, pero esta inocente lotería ha recaído hoy sobre uno de los más bellos sonetos de amor y muerte jamás escritos en lengua española[ii]:

"Amor constante más allá de la muerte"

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
                          
FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)
Retrato de Francisco de Quevedo, atribuido a Juan van der Hamen o Velázquez


Recuerdo los comentarios de texto del colegio sobre este soneto. En catorce versos Quevedo condensa parte de la mitología griega sobre el más allá: tras la muerte el alma se separa del cuerpo y tiene que atravesar la laguna Estigia, conducida a bordo de la barca de Caronte, el barquero. La ley impone que al atravesar la laguna el alma tiene que dejar todos sus recuerdos en la ribera de la que se parte, de modo que cuando se llega al destino final, los infiernos, ningún recuerdo le quede a esa alma. Pero el amor del poeta es tan intenso que está dispuesto a desafiar la ley de los infiernos. El poema describe un amor de tal profundidad que resulta inolvidable incluso después de la muerte, y es tal la intensidad de ese amor que no solo daba sentido a la vida del poeta, sino que también da sentido a su muerte: "polvo serán, mas polvo enamorado".

La lectura del soneto y mi temperamento ciclotímico me llevan a tomar del estante Los Sueños. Voy directo a El sueño de la muerte. En él, Quevedo es guiado por la Muerte en un paseo por el Infierno. Cuando ve a La Dama, la describe así[iii]:

En esto entró una que parecía mujer, muy galana y llena de coronas, cetros, hoces, abarcas, chapines, tiaras, caperuzas, mitras, monteras, brocados, pellejos, seda, oro, garrotes, diamantes, serones, perlas y guijarros. Un ojo abierto y otro cerrado, vestida y desnuda de todas colores; por el un lado era moza y por el otro era vieja; unas veces venía despacio y otras aprisa; parecía que estaba lejos y estaba cerca, y cuando pensé que empezaba a entrar estaba ya a mi cabecera.


La dualidad en la descripción de esta visión es certera. Tenemos ambos impulsos, el impulso de vivir y crecer y el impulso de morir. La Dualidad es la muerte. El universo es un universo recto. Lo real es recto – “con sus ángulos rectos y sus leyes” si se quiere. El planeta es un planeta. No hay dualidad en él. Los animales son animales rectos. Sólo en la humanidad se puede encontrar dualidad.


 Nuestra Leal Compañera

inspirada en la dualidad descrita por Oscar Wilde
en su única novela El retrato de Dorian Gray.


Música. La primera melodía de este desolador día. Es imposible detener la conversación con la muerte. Mi hemisferio cerebral derecho me conduce inexorablemente a El Más Allá pero no encuentro el single... ah, aquí está, detrás de los CD’s de Doctor Divago, o sea, en buena compañía. Veo al Ángel practicar el pugilato con su invisible sombra. Quizás debería ya haber pasado a la acción. 

[...]

MÚSICA. Después de escuchar el 'Sueño' de Recuerdos de La Alhambra, deposito el single con cuidado en la unidad de disco del portátil y lo reproduzco. Es temprano, las ocho y media y me gusta alto de decibelios: mis viejos y fieles AKG 141M. 

No tengo ni idea de cuántas veces habré reproducido esta canción. en estos últimos meses. Tal vez más de mil. Y la habré cantado un par de cientos. Fue muy agradecido estudiarla, sacar la secuencia de acordes y tocar la melodía. Estudiarla en su conjunto, la música y la letra. La letra. “Qué buena letra”, susurro en voz baja.
 

 El Más Allá  
(transcripción y comentario armónico, haz click sobre el título)    

Letra y música: José Ignacio Lapido
Publicada en De Sombras y Sueños (Pentatonia Record, 2010)  

Ronda un gato persa por mis sueños
hablándome de muerte y de amor
me ve como a ese viejo príncipe del dolor
al que el tiempo convirtió en piedra el corazón

En la planta decimotercera
se coló el diablo en mi ascensor
No supe quién era hasta que me habló
con esa extraña melodía de su voz
“Cuando tú quieras yo te puedo desvelar
Lo que te espera en el Más…
En el Más… Allá.”

Hay un hombre bueno en el camino
que me ofrece vino y conversación
Alguien le habrá dicho que voy sin dirección
y que llevo varios siglos perdido
“A ver amigo, ¿cuándo vas a madurar?
Estás hundido y no ves más…
No ves más… allá…aah

Hazle caso al Perro Asirio y pon mucha atención
Porque el Cielo manda avisos en forma de delirios
Pero a veces tienen forma de canción
Y nunca se sabe cuando te puede llegar
Algún mensaje desde el Más…
…desde El Más…  Allá       …desde El Más Allá      
…desde El Más Allá       …desde El Más Allá

La escucho, la tarareo, la canto, la disfruto y me pongo a escribir impulsado por quién sabe qué implacable demonio interior:

1.       Gato persa. Significado de los sueños.






Si en un sueño aparece un gato puede significar muchas cosas. Además de la temática y el desarrollo del sueño, depende sobre todo del sentimiento hacia los gatos de la persona que sueña y de la emoción que le produjera en el sueño esa aparición.

El gato como símbolo representa la independencia, la compañía y la resistencia, principalmente. Además puede simbolizar el bajo mundo, lo misterioso y lo desconocido. La independencia y autosuficiencia son rasgos esenciales de su carácter. Ellos son dueños de su propio dominio. Además, todos sabemos que se asean y limpian a sí mismos, con toda su carga simbólica.

También puede significar el deseo de compañía íntima o compañía femenina. El gato persa simboliza además una posición de status social, de lujo y de riquezas.


Decir también que en la mitología germánica el gato está consagrado a la diosa Freya,  la hermosa diosa nórdica del amor.

En teoría del psicoanálisis es bien conocido que siempre que en el sueño se ahuyente al gato será un buen augurio y una señal de triunfo.

Así pues, si Lapido abre la canción con: “Ronda un gato persa por mis sueños / hablándome de muerte y de amor”, esto podría no significar nada específico o significar, según lo anterior, que: …que como paranoia es muy endeble.

2.       El Perro Asirio.


La letra de El Más Allá contiene, entre otras, una referencia a Federico García Lorca y otra posible referencia a la banda alicantina El Perro Asirio.

Federico García Lorca escribió un poema llamado Paisaje con dos tumbas y un perro asirio  que aparece en Poeta en Nueva York. Esta fue mi primera intuición cuando escuché por primera vez el magnífico tema de Lapido, pero también eché un vistazo al myspace de los alicantinos, a pesar de mi extrañeza, al ver que “Perro Asirio” viene con mayúsculas en el verso.

El Perro Asirio es un grupo de rock alternativo/psicodelia afincado en Alicante. En 2009 lanzó su primer disco al mercado. Había oído hablar de ellos y creo recordar que en los Conciertos de Radio 3 en La 2, los vi una noche y me gustaron. No suenan mal, pero, ciertamente, escuchando las letras de esta banda, no cojo, en principio, nada concreto respecto a la canción de Lapido. Tienen un tema de ocho minutos titulado ‘Paisaje con tumbas y un perro asirio’ en la que ponen música y recitan el poema de Lorca. Tendría en común con Omega el haber sido musicados dos poemas de Lorca que tratan de la muerte, lo que podría conectar de algún modo a ambas bandas, El Perro Asirio y Enrique Morente y Lagartija Nick, banda esta última que ya en sí misma establece una fuerte conexión  con Federico, pero muchos autores y grupos han musicado al  genial poeta granadino y no veo suficiente conexión con el tema de Lapido salvo la referencia al "perro asirio".



Llegamos entonces al poema de Lorca Paisaje con dos tumbas y un perro asirio  que aparece en Poeta en Nueva York, en la parte de Introducción a la muerte. Poemas de la soledad en Vermont. No hay que olvidar que también pertenece a los poemas neoyorquinos el poemario Tierra y Luna, cuyo tema principal es la muerte, el triunfo de la muerte (el disco Lorca (1998) del maestro Enrique Morente, contiene el tema 'Tierra y Luna (Asesinato)'. Antes de partir también nos dejó una impresionante versión de El Ángel Caído).

El poema dice así:

“Paisaje con dos tumbas y un perro asirio”

Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mío.
Trajeron unas montañas de lacre rojo
y unas sabanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El caballo tenía un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrarse su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.

Amigo,
despierta,
que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo amé mucho tiempo a un niño
que tenía una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya vienen hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.

¡Amigo!
Levántate para que oigas aullar
al perro asirio.

Federico García Lorca. Extraído de “Poeta en Nueva York”. 1929-1930.


El poema es inquietante. El poeta le habla en sueños a alguien, al que llama amigo (me recuerda a: “A ver amigo, ¿cuándo vas a madurar?”) y le conmina a que despierte para que pueda oír aullar al perro asirio, como introducción a la muerte a la que le conduce el cáncer que parece padecer (las tres ninfas de la muerte que bailan son las tres Parcas). El poeta le pide que se enfrente a lo inevitable con los ojos bien abiertos, que se incorpore de la cama para recibirla sin resistencia (¡No alargues tus raíces!) y sin miedo (No solloces en sueños, amigo.) Hay, además del recurso a la mitología clásica, una proyección de motivos con la vida real: cáncer, lucidez, miedo. Como en otros poemas de Lorca,  como en Omega, coexisten vida y muerte tan sin solución de continuidad que podría hablarse de unos símbolos cuya misión es indicar el paso de un mundo a otro. Hay muchos y conocidos ejemplos. 

Entonces, como símbolo, este perro es un mensajero de la muerte, y sus aullidos el preludio que escuchan los moribundos. Las dos tumbas bien podrían ser la del moribundo y la tumba del poeta o la del lector, pues todos acabaremos tarde o temprano en el cementerio.


Volviendo a la canción, en la primera estrofa, en sueños, un gato persa habla de amor y de muerte introduciendo el tema, y, después del solo de slide, la letra comienza con el mensaje/advertencia “Hazle caso al Perro Asirio y pon mucha atención…”. ¿Qué camino tomar ahora? ¿El de la banda alicantina o el del poema de Federico? ¿Ambos? Como cualquiera que se interrogue por la muerte, entiendo que al autor de la canción le resulten más trascendentes los mensajes del más allá y los aullidos del perro asirio que el mensaje literario, sin menospreciarlo en absoluto, de las letras de la banda El Perro Asirio.

Desde este punto de vista, la letra de la canción tomaría un significado que a priori parece encajar: en la primera estrofa se introduce la temática del sueño y la personificacíon del “sí-mismo” en la forma de “ese viejo príncipe del dolor”; en la segunda y primer pre-estribillo, un encuentro con el lado malo, con el Mal, en el que el diablo interpreta su rol tentando en el ascensor - un guiño a la película El diablo y yo (1946) de Archie Mayo, con la simbología añadida del número 13.


 Los productores cambiaron el título original Me and Satan por este otro más comercial.


Dualmente, en la tercera estrofa nos encontraríamos con el lado bueno, donde “hay un hombre bueno en el camino” (metáfora de la vida que uno recorre) que parece querer decirnos algo. Este “hombre bueno” muy bien podría hacer, por dualidad con la estrofa anterior, el rol de Dios o del Creador, o un enviado del Cielo - ¿un ángel, tal vez? - o simple y llanamente el de una persona buena que encarna el Bien, un  anónimo vagabundo de los caminos, por ejemplo, así también llevaría consigo el estigma del perdedor. Esto se llama elucubrar, según el diccionario.

Siguiendo con la elucubración, podría ser otro tipo de vagabundo, uno como el “mystery tramp” de ‘Like a Rolling Stone’ de Bob Dylan, uno que también hace tratos desde el vacío profundo de sus ojos, que no vende coartadas o excusas; es decir, podría ser de nuevo la muerte o uno de sus emisarios acechando en el camino, ya que si el diablo se disfraza y es difícil reconocerlo, a la Muerte aún más, pues sabido es que siempre espera bien armada a la vuelta de la esquina o en cualquier recodo del camino (el video oficial de la canción así lo deja entrever). Se puede mantener el principio de dualidad sin descartar esta última posibilidad, y no es descabellado pensar que la Dama nos ofrezca vino, conversación y consejo, advirtiendo paternalmente nuestros errores (sin ir más lejos, en Los Sueños de Quevedo). Otro rol podría ser el Tiempo - con el que no vale ningún truco, como dice el tema ‘Sueños Que Dejamos Ir’ del mismo disco De Sombras y Sueños.

Hay más posibles roles, como que sea el propio Lorca la visión de ese “hombre bueno”, también muy plausible esta posibilidad.  Y podríamos seguir elucubrando más allá. Como siempre, hay varias posibles interpretaciones y cada uno tiene la suya.

[...]

Por último, tras el aterciopelado solo de slide - como maullidos de un amoroso gato persa - da igual si la advertencia final es lanzada al aire por este personaje en cualquiera de los roles indicados o es una advertencia del propio autor. No está entrecomillado, pero se puede interpretar como una continuación de los versos anteriores al solo de guitarra (“A ver, amigo…”). Lo que es claro es que desde luego sería alguien con la suficiente experiencia y sabiduría como para saber de qué van los mensajes del Cielo y los aullidos de este perro asirio. Y Lapido también sabe de lo uno y de lo otro y de lo contrario. Sabe de aullidos y de ladridos.



Aullidos del perro asirio y ladridos del perro mágico. Dos visiones contrapuestas. Puede ser por esta bipolaridad que nunca sabremos cuándo ni cómo escucharemos esos aullidos ya que, por algún funesto designio, la vida y la muerte están encarnadas en un perro maniacodepresivo.

.   .   .   .   .    .   .   .   .   .   .

A QUIEN LEYERE

Tal vez parezca una paranoia el tema, o se pregunten quién diablos escribe esto un día de lluvia. No se pretende con lo anterior ningún objetivo ni creo que se exprese nada del otro mundo (aunque haya tratado del más allá).

Tampoco es pretensión, menos todavía, hacer un análisis exhaustivo ni, como se dice en cine, destripar la trama. No soy más que un simple autor aficionado con mucho tiempo libre que intenta aportar lo que éstas y otras exploraciones, realizadas por puro placer y siempre como aprendizaje, me hayan mostrado, sin ánimo de querer ofrecer más que mi interpretación personal y lo que de racional pueda tener para quien haya leído hasta estas líneas. 

Porque, parafraseando a José Ignacio Lapido, el tema es largo, es muy largo de contar. Vale.





Referencias:
Lorca: interpretación de "Poeta en Nueva York", Miguel García-Posada
Poeta en Nueva York - Tierra y Luna - Diván del Tamarit, Federico García Lorca, Obras Completas, Tomo 5 (ed. Centenario)
El hombre y sus símbolos, Carl G. Jung
La interpretación de los sueños, Sigmund Freud
Los sueños en la vida. Claves para una hermenéutica, Javier Castillo Colomer
 


[i]  Memorias, Hector Berlioz
[ii] Antología poética, Francisco de Quevedo
[iii] Los Sueños, Francisco de Quevedo