lunes, 30 de noviembre de 2015

HALCONES NOCTURNOS y otras fieras sin bozal.






EDWARD HOPPER en su "Nighthawks" no cuenta la noche sino la sensación que produce la noche. Esto último está más cerca de la realidad, lo primero es una copia.

Personajes que sufren de manifiesta soledad, perdidos en la ciudad, en espacios que dan una impresión de tristeza total. Las luces brillan en el interior del bar pero no en ellos. Es la imagen de los habitantes de la gran metrópoli, ensimismados en sus propios pensamientos o simplemente vacíos, hastiados de una realidad que ha dejado de ser humana, que ha pulverizado todo sentimiento, simplemente porque no tienen cabida en esta selva de asfalto.

No lo saben. Deambulan perdidos sin querer preguntarse el porqué sus pasos los conducen ante una copa y un cigarrillo, buscando la compañía de seres solitarios como ellos, que acodados sobre la barra de cualquier bar, posan sus miradas ensimismadas ante cualquier objeto que les sirva de excusa para no enfrentar sus rostros y miserias cotidianas. El miedo los paraliza, les convierte en muñecos de cera o meros maniquíes expuestos en un escaparate de amplias cristaleras. Las luces del diner, que se proyectan sobre la calle solitaria, potencian aún más tan desoladora escena. Hopper crea una intemporalidad, un vaciado del tiempo, la escena se congela.

Todo es silencio alrededor.