sábado, 11 de noviembre de 2017

BLUES BAJO UNA ENCINA



Hoy hace un par de años, yo era feliz tocando un blues debajo de una encina mientras caía una lluvia suave sobre el mirador de Calañas.

Iba camino del IX Ciclo de Blues de El Cerro del Andévalo (Huelva), organizado por Carlos Ferrer… y donde iba a disfrutar del blues acústico de mis hermanos Joaquin Rodríguez "Joaco" y Jose Morueta, armonicista y guitarrista respectivamente, en un escenario diferente: la Ermita de La Trinidad, un lugar mágico. Y no porque seamos predicadores del Blues, que también, sino porque sus muros de piedra antigua, el techo abovedado, los arcos de medio punto y el murmullo de un padrenuestro durante la prueba de sonido que provenía de la iglesia anexa en misa de ocho, daban un tono de inusual recogimiento al ritual de la música de blues que se iba a interpretar a continuación. Momentos únicos que me gustaría volver a vivir.

Con todo lo que está cayendo, a veces uno piensa que la única manera de ser libre es marcharse a la sierra a tocar un blues con los amigos, bajo una encina, bajo cualquier árbol, uno que nos cobije no sólo de la lluvia sino también del desencanto y de la brutal hipocresía de estos tiempos extraños que vivimos, tiempos en los que cada vez nos reconocemos menos. La insensatez nos acompaña la hora de la comida en los telediarios… no reaccionamos, ni ante los reaccionarios ni ante nuestro hermano, estamos dormidos, sedados por la inmediatez de todas las noticias. Llegaremos al punto de inflexión pronto porque el de no retorno hace mucho que se pasó de largo. No se puede vivir y seguir así siempre. La tormenta ya nos ha alcanzado a todos. Decía aquella canción: “l
a lluvia está al caer y nos despertará…”. 

Ojalá estemos bien despiertos y sepamos qué hay que hacer cuando escampe.
Ojalá pudiéramos vivir sin necesidad de esperanza.













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