martes, 14 de febrero de 2017

PRISIONERO (un poema de lluvia)




Para ti
que atravesaste mi alma
y tal vez con tu música
dejaste escrito en ella mi destino



Esa tarde caía la lluvia
con un afán secreto y ambicioso
sobre el desierto escenario
del antiguo convento.

Tú llegas con los tacones sucios
del barro de un parque lejano
corres embozada por los callejones
buscando un sendero libre de sombras.

En La Cartuja tus ojos eran grises
me pediste fuego con la mirada triste
húmedas tus blancas mejillas
los focos apagados no descendieron
sobre las marcas de tu rostro.
Tu amor se fue como vino.

Más tarde el sonido del Hammond
cayó retumbando sobre todos nosotros
como el viento golpea
el alféizar de una ventana abierta.

Te marchaste secretamente
entre la bruma del jardín
pero fue vana tu huida
para tu corazón malherido
una mancha en el cielo
y de nuevo una nube
ensombreció tu camino.

Alguien silba en el muelle
un tango de arrabal
y el saxo recuerda las notas
bajo la noche extensa,
húmeda y melancólica.

La lluvia repite tu nombre
y se cruzan los destinos
el tuyo y el mío miran la noche
caerse como un fruto maduro
sobre la alfombra azul de algún mar.

Alguien ve nuestros barcos partir
y me pregunto qué ocurrirá contigo
allá, a lo lejos, con rumbo contrario al mío.

Yo paseo de vuelta sobre el puente
narcotizado se fue mi amor por el río
soy prisionero de la lluvia
y guardián de tus lágrimas.

Tú, la dueña de tu destino.

Yo pagaré mi precio
arrojando mi alma a los perros de la noche
pero brindo por este encuentro 
y porque se crucen de nuevo los caminos.

El concierto sin ti no lo recuerdo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario