domingo, 19 de marzo de 2017

a CHUCK BERRY



Gancho directo al mentón.
Despertarse y derrumbarse.
Enseguida puñetazo sobre la mesa.
Incorporarse y contemplar durante un rato
la carpeta enmarcada de “Chuck Berry in Memphis”
que cuelga más sola que nunca en la pared del pasillo.

Ir al estante y sacar los vinilos,
las cassettes, los CDs, los libros, todo.
Aquel  poster que adornó tu habitación
entre los Beatles y los Rolling Stones
no lo busques, hace tiempo que pasó a la historia.

Sabías que el rock’n’roll había entrado en tu vida
cuando escuchaste “Johnny B. Goode” por primera vez.
Entonces, esos riffs te acompañaban
hasta que rompía el amanecer

hasta que la marea bajaba y subía otra vez.
Y bajaba y subía sin parar.

Después crecimos y conocimos otras músicas
pero teníamos esos riffs dentro del cuerpo
marcando el ritmo de nuestros pasos
ritmeando y bluseando por la carretera toda una vida.
Los llevaremos dentro por siempre
por toda la eternidad los tres acordes
un gen nuevo surgido en nuestro ADN
fusionado al compás
con el polvo de alguna estrella.

Poco más puedo decir, Chuck.
Un fugaz pensamiento para Keith Richards cruza el salón.
Una sensación de escalofrío
cuando suena “Roll Over Beethoven”.
Miro la taza de café humeante…
Estoy sentado, noqueado, sobre el sofá
mirando por la ventana el nuevo día
escuchando tus singles para Chess uno tras otro:
“The music won’t never die…”

Rock and Roll can never die.

 
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DEP Chuck Berry, padre del rock and roll.
La llama que encendiste no se apagará nunca.
Eso es algo grande, no está al alcance de cualquiera.







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