viernes, 2 de marzo de 2018

28F Día de Andalucía 2.0.



“Con C de Corazón
28 de febrero a las 10:23 ·


Para conocer Andalucía hay que venir o marcharse.
Echar de menos sus playas infinitas, de arena blanca y paradisiacas, de acantilados y montañas. Su sol moreno cualquier día, y su lluvia que es maravilla, en Sevilla y donde sea.
Conocer el valor de una tapa, y de ese famoso: "no te preocupes, una cervecita y se te olvida". Sus plazas llenas de flores, sus callejuelas donde el tiempo parece pararse entre su judería. Tierras de olivos y olivos, de levante y poniente que no perdona. Olor a sal y a azahar en abril. Sus flores en la cabeza, su cuerpo de lunares, sus coplas, su acento, su gente que sonríe porque sí y nunca necesita motivo. Que saben andar con prisa y vivir despacio.

Andalucía es la vida, el motor que mueve el mundo.
Es historia pura, reconquista cristiana. Tierra mora. Ojos grandes y piel morena. Donde sabemos el secreto de comer probándolo todo y donde el verano se vive entre gazpacho y pescaito frito.
Andalucía es mi hogar y el de todo aquel que viene sintiéndose como en casa. Sus pueblos blancos, su sierra, su río Betis, su pasión desmedida. En Andalucía se siente dejándonos la vida en ello. Tierra trabajadora, obrera, de campo, playa, nieve y desierto. El que diga que Andalucía no lo tiene todo, miente, o no sabe lo que dice.
Porque Andalucía hay que vivirla, quedarse en ella, quererla, como si de un hermano pequeño se tratase.

Si no fuera andaluza, no sólo soñaría con serlo, si no que nada tendría sentido.
Porque en Andalucía se vive como en ningún rincón del mundo.
Que quien venga, sueñe con volver.
Y quien vuelva, sueñe con regresar.

Feliz día de Andalucía compatriotas, aún no sabemos la suerte que tenemos.”


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A la autora del texto que comparto arriba, y que he visto en muchos muros desde el pasado 28F, no se ha acordado, no se le ha ocurrido pensar en una Andalucía que lleva siendo gobernada durante casi 4 décadas por la misma ralea de andaluces que precisamente describen Andalucía como ella lo hace: “Andalucía, el motor que mueve el mundo.” Así, en ese viejo motor, los andaluces seríamos el carbón que consume la caldera y como tal pronto tendremos una Andalucía cubierta de cenizas. 

Gobernantes, corruptos muchos de ellos, votados y jaleados por esa misma casta de andaluces rancios que describe el texto, que alaban los bienes de su tierra pero que con sus acciones impiden avanzar al resto, especialmente impiden progresar a los más jóvenes, los que empiezan a intentar ganarse la vida y que necesitan más ayuda si cabe que los veteranos en esa pelea diaria y sin cuartel. 

Un texto que solo sabe hablar de tópicos ya manidos. Tópicos manidos y maniqueos que no deberían engañar a nadie. Por textos así no es de extrañar la falsa idea que se tiene más allá de Despeñaperros del andaluz, ese especimen típico y tópico del más acá, que vive y sabe vivir como nadie a costa de sus paisanos y que ha convertido lo que llama “el mejor lugar del mundo”, en el mayor estercolero del cosmos. Y además es chistoso, con un acento y ademanes que hacen reír a cualquiera. Sí, hombre, la alegría del sur.


Algunos tenemos ya una edad y podemos mirar atrás y analizar con perspectiva. Creo que cuando teníamos 20 años y mirábamos al futuro, todos estaremos de acuerdo en que no era ésta la Andalucía –la del paro juvenil, la de la corrupción campando a sus anchas por las arterias de cada pueblo, la región con el mayor fracaso escolar de Europa… es decir, la real, no la del texto este. No sé quién es la escritora pero parece salido de un anuncio de venta de apartamentos a pie de playa, de esos que vulneran la Ley de Costas y todos tan contentos. No era ésta la Andalucía por la que nuestros padres y abuelos trabajaron, ni la que nosotros queríamos entonces para nuestro futuro y para los hijos que nos diera o no el camino de la vida. No podíamos imaginar que el futuro nos iba a adelantar por la derecha.

Y qué decir de los abuelos de nuestros hijos, sí, nuestros padres, que, después de currar (y cotizar y contribuir) a lo largo de toda una vida de sacrificio, ahora se frotan los ojos con incredulidad, a veces con lágrimas cayendo de ellos, al ver peligrar y a corto plazo, no ya sus pensiones ganadas con el sudor, sino las condiciones de vida de sus hijos -nosotros- y de sus nietos, nuestros hijos, por las que ellos tanto lucharon y se dejaron la piel en ello. Se dejaron la piel en los mejores años de sus vidas para que nosotros tuviéramos en el futuro una Andalucía mejor, más moderna, más culta, más solidaria y sobre todo más igualitaria y más justa. 

¿Es la que tenemos ahora la Andalucía que queremos los andaluces? 

Parece ser que sí; los políticos, los alcaldes, los que los votan cada cuatro años, los empresarios, los trabajadores, los autónomos, los artistas, los obreros del campo, los pescadores… hasta los delincuentes, todo el mundo en este Día de Andalucía está orgulloso de esta tierra, de su historia milenaria, de su arte sin comparación, orgulloso de sus playas, sus montañas nevadas y desiertos, de sus catedrales, de sus muchos ríos y de sus dos mares, sitios todos ideales para el turista y para el autóctono orgulloso de lugares que ya no les pertenecen porque se los han arrebatado por la espalda, se han dejado arrebatar su tierra mientras al mismo tiempo sus gobernantes les robaban bajo cuerda los derechos por los que lucharon sus padres. "No te preocupes, hombre, una cervecita y se te olvida", dice.

De sentir orgullo, yo lo haría por ellos, por nuestros padres y abuelos, por los que ahora ya no están o están muy mayores para luchar de nuevo, y algunos aún lo siguen haciendo sin claudicar ni dejarse atemorizar ante nada. No sabemos defender el legado de nuestros mayores con uñas y dientes, y eso que nos va la vida y algo más en ello. No tenemos fe en que por encima del control y la imposición del poder podemos hacerlo. Los que hoy luchan, incluso desde la letra de una simple canción, acaban condenados a años de prisión, y el resto, con delito o sin delito pero perdida igualmente la libertad y la dignidad, acabaremos en otra cárcel, tal vez sin rejas ni barrotes, tal vez algunos no se den cuenta, pero estaremos o estamos igual de jodidos que el convicto, a quien le queda la satisfacción interna de no haber claudicado ante una justicia que como muchas otras grandes palabras ha perdido su verdadero significado. 

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Metafóricamente, se puede construir sin destruir, y desde luego también se puede, y se debe, aprovechar lo bueno de lo viejo para levantar lo nuevo. Pero para construir sobre un solar donde se eleva aún erguido y orgulloso un edificio en ruinas, la única salida si no queremos que se desplome encima de nuestras cabezas, es volar por los aires el edificio desde los cimientos, luego pasar a rastrillo los escombros y construir en el mismo lugar uno nuevo con más fe.

Que no cuenten conmigo para más manifestaciones, slogans y pancartas. 
Desde el 4 de diciembre del 77 he ido a muchas, a demasiadas, he corrido, me han pegado, he acabado en el hospital y en el calabozo, y como yo muchos otros, y ahora veo que toda esa lucha no ha servido para nada o para muy poco; el control de masas ha evolucionado y está a la orden del día, basta fijarse en la ola de puritanismo, censura y posverdad que estamos “disfrutando”. Estamos en el siglo XXI no igual, sino peor, bastante peor que en el siglo XX. La “libertad” que disfrutamos es una ilusión. Como dice una canción de este siglo, la realidad no es como nos la han contado.

Que no cuenten conmigo para más protestas ni disidencias controladas. 
Ahora bien, si como dice otra canción, ésta del siglo pasado, si “cuando no tienes nada, no tienes nada que perder”, yo daría mi apoyo y alguna que otra idea, a quienes les alegrase ver cómo vuela por los aires el Parlamento Andaluz el próximo 28 de febrero.

Metafóricamente hablando.





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